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Las escuelas han seguido durante mucho tiempo el enfoque más tradicional del aprendizaje y han luchado más aún cuando el confinamiento vino también para la formación. Con una variedad impresionante de necesidades de aprendizaje, edades y capacidad de atención, exámenes y situaciones en el hogar, ha sido difícil impartir lecciones con la misma consistencia y rigor a través de una pantalla o una plataforma. Helen, una profesora de Química de Londres, dice que el confinamiento del COVID-19 puso su mundo patas arriba de un día para otro. «En un colegio, no todos los maestros están siguiendo exactamente el mismo horario, afrontando los mismos retos o abordando las mismas necesidades, incluso ni se imparten las materias de la misma manera. Así que, cuando nos cambiamos a la formación en remoto, esas diferentes circunstancias de repente se acentuaron aún más.” Debido a la inmediatez del confinamiento, Helen y sus compañeros tuvieron que esforzarse por averiguar cómo equilibrar la enseñanza en cuanto a priorizar los grupos de edad con necesidad de una tutoría más personalizada a través de Microsoft Teams, y en términos de quién tenía más disponibilidad. «A veces esto significaba que unos podían hacer menos y otras, que gente sin responsabilidades de cuidado de terceros, asumieran más carga de trabajo. Era casi inevitable.” Los materiales de las lecciones se subieron y compartieron, se devolvieron las tareas, los aspectos prácticos de la enseñanza y el aprendizaje continuaron, pero algo que realmente advirtió y se sintió difícil de replicar fue la atención espiritual, tanto para los estudiantes como para el personal.
Sobre el papel, el avance hacia más formación online podría ser genial. Por el momento, las generaciones más jóvenes están cada vez más familiarizadas y versadas en tecnología. Y existe un amplio potencial para llevar el aprendizaje a la pantalla. Un estudio mostró que los alumnos recuerdan más cuando se utilizan métodos de enseñanza virtuales frente a los métodos tradicionales; se comprobó que, con el mismo contenido básico pero a través de diferentes medios, la eficacia aumentaba el 76%. Con esto en mente, encaminarse hacia lo virtual debería significar encaminarse hacia el éxito, pero por supuesto la teoría no siempre coincide con la realidad.
Como hemos visto, las escuelas son un área de la sociedad que nunca va a permanecer “cerrada” para siempre y, aunque la reapertura tiene sus desafíos, nos preguntamos cómo podría ayudar la tecnología al ecosistema de enseñanza y aprendizaje del futuro.
En primer lugar, los maestros y las escuelas expondrían que en su rol hay mucho más que simplemente enseñar. En el traspaso hacia la formación online, la pieza más importante que falta es la complejidad para mantener el aspecto personal o de formación humana – tanto para los estudiantes como para los colegas de la enseñanza. La formación humana puede que parezca estar en yuxtaposición con la tecnología online, especialmente cuando se puede captar y asimilar tanto al ver a los estudiantes en el aula, percatándose de los estados de ánimo y los comportamientos individuales. Una parte significativa de esta formación humana es la red de apoyo entre profesores y compañeros de trabajo dentro de los colegios. Detenerse unos con otros para tener dos palabras rápidas entre clase y clase, comparar apuntes o ideas y construir una imagen conjunta de lo que funciona y lo que no. Al salir del confinamiento, Helen dice que realmente valoró cómo todos lograron mantener ese trabajo en equipo con el fin de crear más flexibilidad entre ellos.
¿Podrían las escuelas asumir una página del libro del mundo corporativo y poner en marcha reuniones de equipo, incorporando más trabajo y colaboración conjunta en el día? Es más fácil decirlo que hacerlo, ya que los maestros son conocidos por no tener apenas tiempo, por lo que añadir otra llamada o reunión quizá no sea la mejor forma de aprovechar su jornada mientras están estresados o sienten que su trabajo es más oportuno en la creatividad del plan de estudios y formas innovadoras de captar la atención de los estudiantes. Sin embargo, la manera de navegar por este problema es diseñar soluciones teniendo en cuenta las necesidades y horarios del profesor. Las plataformas digitales pueden gestionar la creación y el intercambio fáciles e instantáneos de materiales de aprendizaje, que los profesores pueden adaptar a las necesidades de los alumnos. La experiencia entonces se puede mejorar, incluyendo elementos que apoyarán la jornada laboral del maestro. Características que faciliten un feedback inmediato, ofrezcan buenas noticias para el equipo en general y permitan el reconocimiento pueden proporcionar aumentos de motivación automatizados durante un día en el que posiblemente no obtengan un agradecimiento real por su dedicación. Dentro de la misma plataforma, la mensajería puede conectar compañeros interesados, o trabajar en áreas similares para mejorar la colaboración o proporcionar funcionalidades que permiten a los profesores «levantar la mano» para convocar una conversación offline sobre una preocupación que pueda existir respecto al trabajo, los materiales o la seguridad. Mediante el uso de soluciones digitales personalizadas, un día estresado puede mejorar notablemente. Pedir ayuda u obtener un reconocimiento podría ser más rápido y obtener respuestas instantáneas con estas soluciones, y todo el esfuerzo que requiere unir todos los hilos se convierte en un trabajo menos intensivo, por lo que los maestros podrían entonces dedicar menos tiempo a la elaboración de contenido creativo frenético, y más a la atención personal y humana, donde la tecnología no puede intervenir y ayudar. La innovación no tiene por qué dar lugar a una reforma, y no necesariamente mejoraremos la experiencia de aprendizaje simplemente moviendo materiales online o creando contenido de video para las aulas. El cambio real viene al entender a su audiencia e identificar dónde se pueden hacer conexiones, dónde tienen dificultades y cómo habilitar pequeñas mejoras para dar grandes pasos hacia adelante. Un poco como todos los grandes maestros que hemos conocido.