Al principio de mi carrera estuve trabajando como tecnólogo de formación para una universidad. Allí ayudaba a los profesores a diseñar materiales educativos para aplicarlos al sistema de gestión del aprendizaje. Fue muy divertido y me dio la oportunidad de colaborar estrechamente con profesores y estudiantes. También estuvimos en otra institución educativa, centrándonos sobre todo en alumnos de entre 16 y 18 años y fue fascinante ver la dinámica entre ellos y los profesores en el día a día.
Un año después, al principio de curso, una oleada de pánico atravesó la universidad. Este año iba a ser diferente; tuvimos un nuevo tipo de estudiante, un tipo que más tarde se conocería como el Millennial.
Algunos profesores, sobre todo los más jóvenes, acogieron lo que estaba por venir, ¡pero los otros estaban literalmente asustados! Como se nos explicó entonces, esta era la primera generación de estudiantes que se habrían criado con un ordenador en casa desde el día que nacieron. Eran tecnológicamente muy superiores al resto de nosotros y esto tenía a mucha gente preocupada.
A pesar del rápido avance, todavía hoy hay un sentimiento de confusión o incluso de temor en torno a los Millennials, los nacidos entre 1980 y 1994. Se les suele tratar como si fueran una especie diferente al el resto de nosotros nacidos antes de esos años. En la industria de la gamificación, hay una historia común que todos nos contamos: Hemos estado en una reunión y un director senior quiere gamification. Cuando le preguntamos por qué nos dijo: «queremos involucrar a los millennials y a ellos les gustan los juegos».
Esto me ha llevado a revisar mis experiencias con esta generación en particular, algo que he dejado pasar cerca de dos años. A menudo se presta atención al hecho de que juegan a muchos juegos, que necesitan un feedback constante o peor aún, que esperan que todo se les sirva en bandeja. Y esto es muchas veces porque no son bien entendidos por quienes no tienen idea de cómo relacionarse con ellos.
Desde mi punto de vista, se definen por algunos rasgos importantes que debemos respetar ¡pero no temer! El primero y para mí el más importante, es que ellos se han criado con la necesidad de hacer preguntas. Cuando yo fui al colegio, nos educaron de una forma muy tradicional. Te sentabas en silencio y copiabas lo que el profesor escribía en la pizarra. Y preguntabas cuando te decían que podías hacerlo pero no antes. Hablar en el momento inadecuado podia llevarte a un castigo, al despacho del director o a ver objetos inesperados volando hacia tí. Este no es tanto el caso de los millennials, especialmente para los nacidos más tarde dentro de ese período. Una formación mejor de los profesores y mejores docentes nos llevan a unas aulas dónde el debate se fomenta abiertamente.
Si bien es cierto que los millennials requieren un feedback regular, realmente no es porque jueguen juegos. Es más porque quieren entender dónde están y adónde van y han aprendido que hacer preguntas desde el principio puede evitar problemas posteriores. Por eso, el concepto de revisiones anuales está empezando a parecer cada vez más arcaico y algunas empresas están buscando nuevos enfoques.
Otra característica que suelo percibir es una expectativa de autonomía en el puesto de trabajo. 9 a 5 es un concepto extraterrestre para una generación que siempre está conectada – gracias a la llegada de la verdadera informática móvil. Esto no tiene nada que ver con una ética de trabajo disminuida, sino con el deseo de lograr un mejor equilibrio entre el trabajo y la vida utilizando las nuevas tecnologías. ¿Qué hay de malo en contestar mensajes de correo electrónico en su teléfono durante treinta minutos al levantarse y llegar con treinta minutos de retraso al trabajo? Las reglas tradicionales en el trabajo ya no tienen sentido para ellos.
Una observación final importante es que debemos ganarnos su atención. Hay tantas otras cosas que podrían estar haciendo en cualquier momento, que debemos utilizar el juego para ganar y mantener su atención. Esto no quiere decir nada negativo sobre su capacidad para trabajar, pero ¿por qué querrían estar en una reunión de dos horas sobre la creación de un nuevo comité para debatir la idea de debater, cuando realmente podrían estar trabajando?
Aquí es donde la gamificación y las estrategias de engagement se vuelven esenciales. No para conseguir que jueguen -sus expectativas sobre de los juegos están probablemente más allá de la mayoría de los presupuestos de la empresa- sino para ofrecerles el feedback y el sentimiento de autonomía y control que ellos desean. También podemos utilizar la gamificación para ganar su atención haciendo algo diferente e interesante.
No hay ningún misterio real acerca de los millennials; como cada generación emergente sólo nos hacen revisar las formas establecidas de hacer las cosas y con suerte mejorarlas.
Ahora a por la Generación Z